Daniel Ceán-Bermúdez
@daniel_cean

Quienes los vieron jugar en los años cincuenta no lo dudan, la selección de Hungría era el mejor equipo de fútbol del mundo. La base de aquella escuadra estaba formada por el Honved de Budapest, el equipo del ejército magiar en el que se reunía a los mejores jugadores del país, para mayor gloria del férreo régimen comunista implantado tras la segunda guerra mundial. Era un once extraordinario, que practicaba un tipo de juego colectivo nunca antes visto hasta entonces y en el que destacaba además el talento individual de jugadores fuera de serie como Ferenc Puskas, Zoltan Czibor o Sandor Kocsis.

En noviembre de 1953, la selección húngara, precedida de la fama adquirida un año antes, cuando había logrado la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Helsinki, se enfrentó a la de Inglaterra en un abarrotado estadio de Wembley. Más de cien mil espectadores acudieron a ver el denominado ‘partido del siglo’. Estaban seguros de la victoria local (ninguna selección de fuera de las islas había ganado a los ingleses en casa en 90 años) pero también deseosos de ver en directo a aquel equipo que llevaba nada menos que 24 victorias consecutivas en los últimos tres años y del que se hablaban maravillas.

Pronto descubrieron que tantos triunfos no habían llegado por casualidad y, desde luego, que los halagos no eran exagerados. Apenas iniciado el choque, Hungría ya estaba por delante en el marcador gracias a un gol de Nandor Hidegkuti en el primer minuto de juego. Era sólo un anticipo de lo que estaba por venir. Aunque los ingleses lograron empatar al cuarto de hora, otro tanto de Hidegkuti, cinco minutos más tarde y, sobre todo, un gol absolutamente fabuloso de Puskas cuatro después, cuando volvió loco a su defensor con un control de balón que hacía honor al apelativo de ‘magiares mágicos’ de los jugadores vestidos de rojo, dejó claro a los espectadores del viejo estadio del imperio que batir a los centroeuropeos iba a ser imposible. Al descanso Hungría ganaba 4-2 y al final del partido el marcador registraba un elocuente 6-3 a favor del ‘equipo dorado’. Un resultado espectacular conseguido gracias a una exhibición de fútbol que dejó boquiabiertos a los británicos. Una mezcla de velocidad, técnica y táctica que arroyó por completo a los jugadores ingleses, desbordados por el dominio del balón, los certeros pases al primer toque y los continuos apoyos y desmarques de aquellos once húngaros, cuya forma de interpretar el juego era absolutamente revolucionaria y de una eficacia letal.

Resumen del Inglaterra-Hungría de fútbol disputado en Wembley en 1953

En aquellos años de mediados de los cincuenta, Puskas, Kocsis, Czibor y compañía no eran los únicos húngaros que impresionaban por sus éxitos deportivos. Otro equipo del Honved de Budapest, el de atletismo, contaba también con su propio trío de estrellas. Lo formaban Sandor Iharos, Istvan Rozsavolgyi y Laszlo Tabory. Los tres, junto a un cuarto corredor, Mikes, y bajo la disciplina de su entrenador, Mihály Iglói, batieron por dos veces el record mundial del relevo 4x1500, la primera en 1953, la segunda en 1954.

Un éxito colectivo al que pronto siguieron los triunfos individuales, con Iharos como primer y principal protagonista. En apenas cinco meses, desde mediados de mayo hasta principios de septiembre del 1955, la máxima estrella del potente equipo de mediofondistas preparados por Iglói batió nada menos que cuatro records mundiales: los de las dos millas, los 1500, los 3000 y los 5000 metros. Este último lo volvió a rebajar en octubre, luego de que el soviético Kuts se lo hubiese arrebatado unos días después de lograrlo por primera vez. Por si fuera poco, en julio del año siguiente añadió a la lista el de 10000. Toda una hazaña cuya magnitud es mayor si se tiene cuenta que sólo el fabuloso Paavo Nurmi había sido capaz de tener simultáneamente las plusmarcas de 1500, 5000 y 10000… y que nadie lo ha vuelto a lograr desde que lo consiguiese Iharos entre 1954 y 1955.

Imágenes del record de 1500 de Iharos en 1955

Pero no fue Sandor el único que destacó de aquel otro grupo de deportistas del Honved de Budapest. Un par de semanas después de que lograra el primero de sus records del mundo, el de los 3000 metros, se disputaba un meeting atlético en el estadio de White City, en Londres. Los organizadores querían contar con la nueva estrella emergente del mediofondo, para enfrentarlo en la prueba de la milla a los británicos Chris Chataway y Brian Hewson. Pero en lugar de mandar a Iharos, los húngaros enviaban a uno de sus compañeros de equipo en la formación de Iglói que había batido por dos veces la plusmarca del 4x1500. Era el entonces poco menos que desconocido Laszlo Tabori, un atleta de 23 años que había empezado a correr de pequeño más por necesidad que otra cosa.

Nacido en Kosice en 1931, la ocupación alemana de Hungría en la parte final de la segunda guerra mundial supuso un duro aprendizaje para el joven Talabircsuk (lo de Tabori vendría después para que su apellido sonase más húngaro). Con 13 años de edad, su rapidez corriendo le sirvió a su familia para poder sobrevivir a base de la comida que el joven les robaba a los soldados enemigos, de quienes escapaba siempre gracias a su velocidad. Una vez concluida la contienda, y tras establecerse el régimen comunista en Hungría, sus cualidades atléticas no pasaron desapercibidas en los reclutadores del equipo del ejército, que lo incluyeron en el Honved, donde se formó bajo las órdenes de Iglói. El prestigioso entrenador consideraba mejor a Iharos, pero no por ello dejaba de apreciar las posibilidades de Tabori. De ahí su decisión de hacerle correr en aquel meeting de Londres de mayo de 1955 en lugar del más famoso miembro del equipo húngaro.

Todo un honor y, a la vez, un inmenso reto para el joven Laszlo. Con las tribunas de White City llenas a rebosar y Roger Bannister entre los espectadores, la prueba de la milla era el punto culminante de la competición. Igual que un par de años antes en el encuentro futbolístico contra los húngaros, el público esperaba un triunfo local y Chataway era el máximo favorito. Iglói era muy consciente de ello y le había dicho a Tabori "vigila al pelirrojo". Dicho y hecho, en cuanto se daba la salida el joven húngaro seguía al pie de la letra las instrucciones de su entrenador y no perdía de vista al inglés de cabello rojizo. Pese a que la pista de ceniza estaba mojada por la lluvia, la carrera era rápida, con el otro favorito de los aficionados locales, Hewson, marcando un excelente ritmo que les llevaba a pasar los tres cuartos de milla en 3:02. Hewson iniciaba la vuelta final en cabeza, incrementando su ritmo con Chataway y Tabori pegados a él y el resto ya muy distanciados, Los tres apretaban en la contrarrecta, siempre con Hewson por delante, hasta que Tabori decidía no esperar más al posible ataque de aquel pelirrojo a quien tenía que vigilar y aceleraba al llegar a la última curva. Chataway trataba de responder pero los metros finales del húngaro eran tan rápidos y demoledores como los chuts de Puskas o los cabezazos de Kocsis. Lo mismo que en el ya entonces famoso partido de fútbol, la victoria era para el centroeuropeo vestido de rojo y a los ingleses les tocaba peder. Al menos la derrota no era tan estrepitosa como el 6-3 de Wembley. Porque el rápido ritmo de la carrera y el poderoso ataque final de Tabori había llevado al húngaro a convertirse en el tercer hombre, tras Bannister y Landy, en bajar de los cuatro minutos en la milla. Y tanto Chataway como Hewson también rompían la barrera considerada imposible hacía apenas un año. De golpe, en una sola carrera, tres atletas conseguían lo que sólo dos habían logrado hasta entonces. Tabori pasaba de ser un semidesconocido a convertirse en figura de portada en la prensa británica del día siguiente. Había nacido una nueva estrella venida de Hungría, como su compañero Iharos o aquellos fabulosos futbolistas que asombraron al mundo un par de años antes.

Tabory ganando la milla de White City por delante de Chataway y Hewson.

Unos meses después, a principios de septiembre, Tabori volvió a participar en una prueba en principio pensada para Iharos, el 1500 de los prestigiosos Bislett Games de Oslo. Su compatriota había establecido el record mundial de la ‘milla métrica’ poco antes, en Helsinki, rebajando en un segundo el tiempo de paso hacia el record de la milla con el que Landy había batido también el del 1500 en su fantástica carrera de Turku en 1954. Pero en la competición de la capital de noruega, Iglói decidía que fuese Tabori quien tomara parte en la prueba en lugar de participar en el 5000 como prefería su joven pupilo. Siempre obediente a su entrenador, el tercer hombre en romper la barrera de los cuatro minutos en la milla se alineaba, aunque a regañadientes, en la distancia ‘europea’ para competir contra el rápido danés Gunnar Nielsen, cuarto en el 800 olímpico tres años antes, y la estrella local, Audun Boysen, recordman de los 1000 metros.

Boysen, Nielsen y Tabori en el 1500 de los Bislett Games de Oslo en 1954.

Una vez en carrera, Tabori se olvidó de todas sus reticencias y se empleó a fondo. En la última vuelta, Boysen iba por delante para satisfacción de los aficionados noruegos que llenaban las tribunas. Pero entonces, igual que en la milla de unos meses antes en Londres, Tabori, que se había mantenido al acecho detrás de Nielsen, lanzó un potente ataque. El noruego no pudo responder pero si lo hizo el danés, que replicó con fuerza. Los dos entraron en la recta final emparejados y así cruzaron la línea de meta, en una llegada que requirió de ‘photofinish’. Una vez estudiada la imagen, los jueces le dieron la victoria a Tabori, que pasó la meta por el exterior, y la segunda plaza a Nielsen, que entró pegado a la cuerda. Pero el tiempo que les adjudicaron a ambos fue el mismo 3:40.8… ¡exactamente el crono de Iharos en Helsinki! Tanto Tabori como Nielsen habían igualado el record del mundo de 1500. La prestigiosa plusmarca pasaba a tener tres propietarios, dos de ellos húngaros y entrenados por Iglói.

El triple empate lo desharía casi un año después un tercer componente de aquel otro ‘equipo dorado’ del deporte húngaro: Istvan Rozsavolgyi, recordman de 1000, 1500 y 2000 durante el verano del año olímpico de 1956. Con Iharos, Tabori y ahora también Rozsavolgyi en la élite mundial de las pruebas de medio fondo y fondo, las perspectivas no podían ser mejores para los ‘magiares mágicos’ del atletismo con vista a los Juegos que se iban a celebrar a final de año en Melbourne. Pero el éxito en la máxima competición internacional les iba a ser tan esquivo como a aquel once invencible del fútbol en el mundial celebrado dos años antes en Suiza. Entonces, los imbatibles húngaros cayeron contra pronóstico en la final ante los alemanes. Del rápido 2-0 inicial a su favor se pasó a un igualmente rápido 2-2 con el que se llegó al descanso. Y en la segunda parte, con la llegada de la lluvia, el veloz juego de los húngaros perdió eficacia hasta acabar viéndose superados por los germanos, más a gusto sobre el campo mojado con los nuevos tacos intercambiables para las botas, recién inventados por uno de los fundadores de la hoy famosa Adidas. Un gol de Uwe Rahm cerca del final puso a Alemania por delante, y la casi inmediata replica de Puskas para empatar no subió al marcador, anulado el tanto, no sin cierta polémica, para acabar de decantar contra los húngaros un partido que todos pensaban iba a ser suyo.

Imágenes de la final del mundial de fútbol de 1954 entre Hungría y Alemania

A finales de 1956, otra circunstancia mucho más dramática influyó en la falta de triunfos de los atletas húngaros en los juegos de Melbourne. En los últimos días de octubre, la revolución contra el sistema comunista desencadenó una feroz reacción por parte de la Unión Soviética. La revuelta fue reprimida de forma brutal, con los tanques rusos tomando las calles de Budapest a principios de noviembre. Cuando se iniciaron los disturbios, el equipo olímpico ya estaba concentrado en las afueras de Budapest. Primero, cada uno de sus componentes volvió a sus casas, hasta que dos semanas después fueron reagrupados y enviado a Checoslovaquia, donde estuvieron otro par de semanas sin entrenar. De ahí partieron en dirección a Melbourne, un largo viaje que añadió otra semana más sin preparación a la angustia y la incertidumbre sobre la situación real de su país. Sin duda unas circunstancias nada propicias para concentrarse en la competición. Aún así, Tabori se clasificó para la final tanto en los 1500 como en los 5000 metros, pero en ambos casos se quedó sin la ansiada medalla, siendo cuarto en la distancia más corta y sexto en la más larga.

Última vuelta de la final de 1500 en los JJOO de Melbourne en 1956

Al concluir su participación olímpica, el joven atleta volvió a seguir los consejos de su entrenador y decidió acompañarle a Estados Unidos en lugar de volver a Hungría. La decisión de no retornar a casa también la tomaron otros deportistas húngaros en aquellos convulsos meses. Entre ellos, los futbolistas Puskas, Kocsis y Cszibor, que acabaron recalando en España para jugar el primero de ellos en el Real Madrid y los otros dos en el Barcelona. El resto de la carrera deportiva de Tabori tuvo lugar en su nuevo país de adopción, pero ello le impidió ser olímpico cuatro años después, en Roma, al no poder competir por Hungría y no tener aún la nacionalidad estadounidense. Dos años después de los Juegos, en 1962, tras participar marcando el ritmo al inicio de la carrera en la primera milla sub4 bajo techo, conseguida por su compañero en el equipo en el club de atletismo de Los Ángeles, Jim Beatty, el húngaro se retiró del atletismo y comenzó una nueva carrera como entrenador. Se instaló definitivamente en California, se especializó en las pruebas de larga distancia y tuvo especial éxito preparando maratonianas como la doble ganadora en Nueva York, Michiko Gorman, o la doble recordwoman mundial Jacqueline Hansen. Ya retirado, falleció hace escasas fechas, el 23 de mayo del 2018, en Los Ángeles a los 86 años de edad. De ese modo, el tercer hombre en bajar de los 4 minutos en la milla ha acabado siguiendo de cerca también en lo de abandonar este mundo al primero en conseguirlo, Roger Bannister, que nos dejó hace apenas un par de meses.

MÁS INFORMACIÓN:

LÁSZLÓ TÁBORI: THE PEOPLE’S SPORT, THE PEOPLE’S CHAMPION – artículo sobre Tabori en la web ‘Bring back the mile’.

LÁSZLÓ TÁBORI – entrevista a Tabori en el blog de atletismo de Gary Cohen

LASZLO TABORI, 60TH ANNIVERSARY OF HIS 4:00 MILE - artículo sobre la milla sub4 de Tabori el blog ‘Once upon a time in the vest

LÁSZLÓ TÁBORI, HUNGARIAN MILER AND INFLUENTIAL COACH OF AMERICAN RUNNERS, DIES AT 86 - Obituario de Tabori escrito por Roger Robinson para ‘Runners World’

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