DEL KILOMETRÍN A LA CARTUJA
PASANDO POR SEUL Y BUDAPEST

El protagonista de esta historia nació en Gijón, nombre de ciudad que termina en sufijo aumentativo. Tal vez por ello, o porque los gijoneses somos un poco ‘grandones’, la denominación de algunos de los lugares más conocidos de nuestra villa alude a un tamaño superior al normal, desde el ‘Molinón’ a la ‘Acerona’, pasando por la ‘Escalerona’.

Sin embargo, si hablamos de correr, el escenario emblemático en la ‘capital de la Costa Verde’ (¡no vamos a ser menos que los de Oviedo en cuanto a eso de presumir de capitalidad!) es ‘el kilometrín’. Se trata de una pista situada en las inmediaciones del campo de fútbol (el del nombre de ‘Molino grande’) y al lado de la playa cuya primera escalera de acceso a la arena es la de mayor tamaño (de ahí, el aumentativo al designarla). Ello añade aun más contraste, si cabe, al hecho de conocer por un diminutivo al lugar en el que generaciones de gijoneses han hecho sus pinitos en eso que primero era más conocido cómo ‘footing’ (¡o hasta ‘jogging’!), que ahora se llama ‘running’ y que para algunos, cómo nuestro protagonista de hoy, siempre ha sido, es y será atletismo.

Por los algo menos de mil metros del ‘kilometrín’ (¡de ahí el nombre!), se entrenaba con dedicación y entusiasmo un joven gijonés cuyo tamaño contrastaba con los apodos de ‘Bruneti’ o ‘Brunín’ por los que le conocían sus amigos. Un chico alto, con apellido de ciudad histórica, que completaba vueltas y más vueltas a ese trazado de tierra a mucha más velocidad de la que soñaban con alcanzar, siquiera en un solo giro, la inmensa mayoría de los otros usuarios de la popular pista, a los que rebasaba una y otra vez mientras completaba series y más series a ritmo infernal.

Los que estaban ‘en el ajo’ en esto del atletismo en Asturias allá por principios de los 90 sabían que aquel chaval, que se llamaba Bruno Toledo, iba a llegar lejos en lo de correr, fuese sobre tierra, asfalto o tartán. Y tenían razón. De junior ya era internacional, y se codeaba con los mejores de su edad en el mundial de Seul en 1992, siendo uno de los protagonistas de una final de 10000 en la que se imponía un etíope de nombre difícil de recordar, pero que pronto se haría inolvidable a base de triunfos y records: Haile Gebrselassie. Una carrera con un desenlace de lo más curioso, ya que el gijonés sprintaba antes de tiempo para alcanzar la quinta plaza, pensando que ya llegaba a la meta… ¡cuando en realidad le faltaba una vuelta! Aun así, Bruno todavía acababa en la décima posición… y se clasificaba oficialmente noveno una vez excluido el keniata Machuca quien, nada resignado a perder la carrera en los últimos metros ante el empuje del imparable Gebrselassie, no tenía mejor idea que darle una ‘colleja’ cuando el etíope le superaba justo antes de cruzar la línea de meta.

Últimos metros de la final de 10000 del mundial Junior de Seul 1992

Aunque las lesiones le daban más guerra de la cuenta en las siguientes temporadas, Bruno Toledo pasaba de ser un prometedor junior a convertirse en uno de los mejores fondistas de una época extraordinaria y probablemente irrepetible para el atletismo español. En esos años destacaban los Abel Antón, Martín Fiz o Fabián Roncero, sin olvidar a gente del nivel de Alberto Juzgado, Eliseo Martín o Julio Rey. Con ellos se peleaba sin complejos el joven asturiano… y en el Campeonato de España de 1998, celebrados en Baracaldo, no sólo luchaba con sus ídolos de tú a tú en la final del 10000… ¡sino que los ganaba a todos!

Imágenes de la final de 10000 del Campeonato de España de 1998

Con apenas 24 años, Bruno era campeón de España absoluto y, tras la lesión del recordman nacional, Fabián Roncero (autor en abril de aquel año del fabuloso 27:14.44 que hoy, casi veinte años después, sigue vigente cómo plusmarca española de la distancia), el gijonés se convertía en la punta de lanza del potente equipo español en los diez kilómetros del europeo que ese verano se celebraba en Budapest. Una prueba disputada a ritmo trepidante, en la que Bruno era uno de los cinco atletas que peleaban por las medallas cuando se encaraba el último mil. Ahí estaba, resistiendo el enésimo arreón de Antonio Pinto, a quien ya sólo eran capaces de seguir de cerca los germanos Baumann y Franke, el británico Brown y nuestro ‘Bruneti’… hasta que finalmente tenía que ceder y conformarse con la quinta posición. Un resultado objetivamente magnífico, dado el nivel de los rivales y la juventud del asturiano… pero que sabía a poco en un país que suele valorar solamente las posiciones que otorgan metales. Al menos, esa sensación fue la que me quedó a mi entonces, tras ver la carrera por la tele y leer las crónicas previas y posteriores en los diarios de la época.

Pero una cosa es lo que uno percibe desde la distancia y otra la realidad de una competición tan dura cómo aquella. Así que nada mejor que aprovechar la presencia de Bruno Toledo en el programa número 38 de ‘Marca Runner Asturias’ para preguntarle sobre esa carrera y, ya puestos, sobre su siguiente (y, desgraciadamente última) presencia en una final de alto nivel internacional: la del 10000 del Campeonato del Mundo disputado en Sevilla en 1999.

Bruno, en esa carrera del europeo de Budapest tuvimos la sensación de que el quinto puesto supo a poco, porque allí estabais los españoles casi cómo los máximos favoritos. Estaba Baumann, estaba Antonio Pinto, estaba el otro alemán, Franke… y vosotros. Las medallas estaban ahí… ¿qué pasó?

Ahí voy a entonar un poco el ‘mea culpa’… no, perdón… ¡el vuestra culpa! (risas) Y es que a veces vendemos la piel del oso antes de cazarlo. Si miramos la salida de aquella carrera, yo creo que había doce o catorce tíos por debajo de 27:55 o 27:50… aquello era una casa de locos, una jauría de perros. Entonces, yo no sé porqué, cómo venía de haber sido campeón de Europa Abel Antón, vendieron el oro y el moro de que éramos favoritos… pero ¡vamos a ver!... ¡si estaba Dieter Baumann! ¡¡campeón Olímpico en 5000!! ¡el keniata blanco!... estaba allí, y quedó segundo. Estaba Pinto, que casi bate el record de Europa en Lisboa en la challenge de ese año. Estaba Stefan Franke, que ya había sido finalista en campeonato del mundo. Estaba Enrique Molina, sexto en unos Juegos Olímpicos, John Brown, que había sido varias veces campeón de Europa de cross. Es decir, yo no sé porqué se empeñaron en que nosotros teníamos que ganar o ser medalla…

Embed from Getty Images
Antonio Pinto se impuso en la final de Budapest
Embed from Getty Images
El alemán Baumann terminó segundo
¿Tal vez sería que, cómo aquel año había hecho ese tremendo record Fabián Roncero en el 10000, los españoles eran los ‘africanos de Europa’?

Sí, claro… pero entonces eso había que habérselo dicho a Fabián, qué no estaba allí (risas) no a Bruno Toledo, que era la primera vez que iba a un campeonato de Europa absoluto, con 24 años.

¿Tú quedaste contento con el quinto puesto?

El atletismo, y todos los deportes en general, son ‘jodidos’ en el aspecto de que, por mucho que tu corras el crono siempre te gana, y por muchos kilos que tu tires en halterofilia la barra siempre va a poder contigo, y siempre quieres más. En el momento en el que tú ya te conformes con lo que tienes estás jorobado, tienes que ser muy ambicioso. Mucha gente me decía ‘¿ahora ya qué?’. Siempre tienes que pensar cómo mejorar. Y decir que si con 27:43 lo he hecho todo pues estás jodido. Entonces yo veía, con todos estos tíos y debo de ser el segundo más joven en la línea de salida, y hasta a falta de un kilómetro a meta he estado peleando la medalla de bronce… me tengo que conformar… ¡pero es que lo ví tan, tan cerquita! Y luego fue una carrera que me fue tan mal tácticamente, parecía que la hicieron adrede para reventar a los que teníamos un final fuerte y poderoso. No hay que olvidar que en mi trayectoria y junior y promesas yo fui siempre medallista en 5000. Y en el 10000 lo que me venía bien era ir ‘a lo zorro’, que suele ser lo de los grandes campeonatos, y a ver quien corre más al final…

…Baumann y tú al final hubiera sido lo suyo…

¡Nos pegaron unos hachazos! A mitad de prueba ponerse a correr a 1:04 la vuelta, kilómetros a 2:40… hicieron que se me pusiera el ácido láctico de gomina ya a falta de un kilómetro (risas)

Imágenes del 10000 del Campeonato de Europa de Budapest de 1998

(incluye las declaraciones a TVE de Bruno Toledo al final de la carrera)

Y al año siguiente el Campeonato del Mundo de Sevilla. Un mundial, y además en casa, en España… sólo participar imagino que ya era el premio… ¿o pensabas en algo más?

No, ese año, otra vez me volví a lesionar. Venía de quedar segundo en la Challenge Europea de los 10000, que venía a ser un campeonato de Europa, con 27:49 otra vez. Pero me lesioné y estuve cuatro meses parado. No hice ninguna prueba de pista, pero yo estaba preseleccionado para ir. Llegué a preguntar a la federación si había algún otro corredor que tuviera posibilidades de ir, y no había nadie más con mínima, yo no le iba a quitar la plaza a nadie… tenía además plaza fija, y de aquella también estaba en el equipo de Puma, tienes una serie de bonos por participar en mundiales, no estaba mal del todo y me la jugué y fui. Pero yo sabía que llegaba muy mermado de condiciones. Y luego los asturianos pagamos yo creo que muy caro el hecho de correr con aquellas temperaturas, en un estadio completamente abarrotado, porque quince minutos antes había sido la final del 1500, con Fermín Cacho y Reyes Estévez pegándose con El Gerrouj, y aquello era una olla hirviendo dónde nosotros éramos los centollos (risas)

Embed from Getty Images
Gebrselassie y varios de sus rivales en la salida de la final de 10000 del mundial de Sevilla 1999
Fue una carrera durísima por las condiciones… y, a parte, con un plantel de africanos espectacular. Una carrera de estas, en la que sabes que hay ocho o diez que son imbatibles ¿cómo te la planteas?

Yo de aquella tenía claro que lo que hice fue ser prudente, ir a ‘recoger cadáveres’ e intentar correr de menos a más… pero es que ni con esas. Tuve un día malo. Igual que he tenido grandísimas actuaciones, ese fue un día malo y no me escondo, la vida y el atletismo son eso, superar días malos y tener días buenos y saborearlos. Pero cuando vas a un mundial, esto no es fútbol, dónde puedes pasar el balón si no estás muy bien, y que corra el balón. Tú aquí sabes que te van a poner en fila de a uno rápidamente… fue un día duro, un día muy duro.

Embed from Getty Images
Antonio Pinto intentó sorprender a los africanos a falta de 1000 metros
¿Cuando viste que te doblaron y pasaba Antonio Pinto en cabeza pensaste que les podía dar la sorpresa a Gebrselassie y Tergat?

No, está claro que a esos niveles, o hoy en día a uno tipo Mo Farah, o entonces a Gebrselassie… tengamos en cuenta que Gebrselassie, en el mundial junior que corrí yo en el 92 hizo 28:04, con 18 años. Entonces a esa gente darle la sorpresa, sabiendo que te acaban en 53 segundos o por ahí el último 400… no. Te dejan saborear la miel en los labios, igual que a Fabián Roncero en Edmonton, estuvo ahí, ahí… pero cuando te quedan 300 metros ahí meten la sexta, y esa sexta no la tienes… por muy bueno que seas y mucho que andes es complicado.

Y andar claro que andaba, y mucho, este gijonés. Pero, cómo el legendario guerrero griego que da nombre a esa parte de la anatomía, el tendón de Aquiles acabó siendo su punto débil y las numerosas lesiones terminaron por apartarle de las carreras demasiado pronto, privándonos de volverle a ver en otra final mundial o europea. Eso sí, aun tuvo tiempo, tras aquella carrera de Sevilla, de dejar su sello en una San Silvestre Vallecana mítica, la de 1999, peleando hasta el final por el podio con Roncero, Fiz y Viciosa, para cerrar poco menos que círculo con dos triunfos en el mismo día en las clásicas pruebas de fin de año del 2000 celebradas en Oviedo y en ‘su’ Gijón.

Esta última, además, con salida cerca del ‘kilometrín’, cuya compacta tierra desgastaba ‘Bruneti’ en sus entrenamientos, y llegada poco más allá de la ‘Escalerona’, en ese muro de la Playa de San Lorenzo por el que ya correteaba cuando apenas había aprendido a andar, soltándose de la mano de sus padres. Dos escenarios muy ligados a los inicios de aquel crío que retaba autobuses urbanos de camino al colegio, sin imaginar que algún día compartiría pista en dos finales de campeonatos del mundo con uno de los mejores fondistas de la historia… o llegaría incluso a ganar a su ídolo de juventud en una final de un campeonato de España

DEJA TU COMENTARIO:

¡COMPARTE!